¿Cómo verle la cara al tiempo? Seguramente, que no la tiene. Quizás buscando ese rostro, encontremos el nuestro cambiado, transformado; desgranándose o (de una u otra forma) desintegrándose lentamente, para formar parte, nuevamente de la materia universal por la que están compuesta la mayoría de las cosas en el universo: la nada.

“El tiempo, las horas, los siglos. Fraccionamiento tangible de algo inexistente. Abstracción que deja huellas materiales por donde pasa, surcos en la piel, nostalgia en la mirada, heridas en el alma… Tan tirano como curandero, arremete en la adversidad, pero sana en la urgencia. Él, tan breve como eterno, por momentos parece detenerse y por otros fluir fugazmente como un suspiro. Nunca alcanza pero siempre sobra… El tiempo, una palabra que encajona amaneceres y crepúsculos, sin saber cuando comienza ni esperar que algún día termine.”

Texto: Pablo Salvador Rocha

La escultura fue exhibida en la muestra en la Sala Enrique Mónaco de la Galería del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba entre 20 de diciembre 2017 y 2 de febrero 2018.

Técnica: modelado y soldadura de piezas de hierro

Dimensiones: 80cm x 40cm x30cm

Año: 2017